Cuando recibimos la noticia de que nuestro hijo ha pegado a un compañero en el colegio, lo normal es que nos sintamos preocupados e incluso desbordados. La primera reacción suele ser preguntarse: ¿por qué mi hijo pega en la escuela? ¿qué le está pasando? ¿es algo normal en infantil?
Es importante entender que pegar no es un simple “mal comportamiento”. Detrás de este acto suele haber una emoción que el niño todavía no sabe expresar con palabras. Puede estar relacionada con lo que vive en casa, en la escuela o con la manera en que se percibe a sí mismo.
¿Por qué mi hijo pega en el colegio o en la escuela infantil?
Los golpes no aparecen porque sí. Generalmente son la manera que tiene el niño de comunicar algo que no logra expresar de otra forma.
Baja autoestima e inseguridad
Un niño con una autoestima frágil o que no se siente valorado puede recurrir a la agresividad para llamar la atención o defenderse. Pegar se convierte en su manera de hacerse notar.
Dificultades para expresar emociones
En infantil, muchos niños todavía no tienen las palabras suficientes para decir que están enfadados, frustrados o tristes. Cuando la emoción les desborda, el golpe aparece como una salida rápida.
Imitación de conductas
Los niños son imitadores natos. Si en casa, en el colegio o en la televisión observan que los conflictos se resuelven con gritos o golpes, tenderán a repetirlo.
Búsqueda de atención
Algunos niños descubren que pegando consiguen que los adultos les hagan caso, aunque sea para regañarles. Esa atención inmediata puede reforzar la conducta.
Frustración en el juego
Compartir juguetes, esperar turnos o aceptar un “no” son aprendizajes que cuestan. Cuando no saben manejar esa frustración, responden con un golpe.
Cansancio o exceso de estímulos
Un niño con falta de sueño o sobrecargado de actividades tiene menos control de sus impulsos. Esto puede hacer que reaccione de manera agresiva ante cualquier contrariedad.
Consecuencias de que un niño pegue en el colegio
Si no se actúa a tiempo, el hecho de que un niño pegue puede traer consecuencias importantes:
Dificultades de relación: los compañeros empiezan a evitarle o rechazarle.
Etiquetas negativas: los adultos pueden verlo como “problemático”, afectando a cómo lo tratan.
Refuerzo de la baja autoestima: el niño se siente señalado y puede creer que “solo hace las cosas mal”.
Riesgo de convertirse en abusador escolar: si desde infantil acumula quejas de varios niños y la conducta no se corrige, puede asentarse un patrón de agresividad que derive en bullying en etapas posteriores.
Cómo ayudar a un niño que pega en el colegio
La clave no es castigar, sino enseñar y acompañar. Aquí tienes algunas pautas prácticas:
Mantén la calma: si reaccionamos con gritos o amenazas, reforzamos la agresividad.
Pon límites claros: mensajes sencillos como “en el colegio no se pega” le ayudan a comprender la norma.
Valida la emoción: nombra lo que siente (“sé que estás enfadado porque no querías compartir el juguete”).
Enséñale alternativas: muéstrale cómo pedir ayuda, usar palabras o retirarse un momento en lugar de pegar.
Refuerza lo positivo: felicítale cada vez que resuelva un conflicto sin golpes.
Trabaja su autoestima: dedica tiempo a reconocer lo que hace bien, hazle sentir capaz y valioso.
¿Cuándo debo preocuparme si mi hijo pega a sus compañeros?
Es normal que en infantil aparezcan episodios puntuales de agresividad. Sin embargo, conviene prestar atención si:
Recibe quejas frecuentes de varios niños.
No muestra empatía ni reconoce que ha hecho daño.
La conducta persiste a pesar de límites claros en casa y en el colegio.
Su relación con el grupo se ve seriamente afectada.
En esos casos, es necesario intervenir cuanto antes para que el niño aprenda formas más saludables de expresarse.
Conclusión
Que un niño pegue en el colegio, en la escuela infantil o en el jardín de infancia no significa que “sea malo”. Es una señal de que necesita apoyo para manejar sus emociones, reforzar su autoestima y aprender a relacionarse de manera positiva.
Con paciencia, coherencia y límites claros, los niños aprenden que hay otras formas más sanas de expresar lo que sienten y resolver sus conflictos.
Si estás viviendo esta situación y sientes que no sabes cómo afrontarla, puedo ayudarte. Trabajo con las familias para que entiendan qué hay detrás de esas conductas, qué emociones las provocan y cómo acompañar a sus hijos con límites claros y mucho cariño. Juntos podemos dar pasos para que tu hijo aprenda a expresarse de otra forma, fortalezca su autoestima y se relacione de manera más positiva en el colegio y en casa.